Voy a dedicar estas líneas a un amigo descontento porque han cambiado la CNN+ por Gran Hermano 24 horas. Si sí, está indignado porque ahora, en vez de ver a Iñaki Gabilondo se encuentra con Mercedes Milá, porque en vez de ver una entrevista al juez Garzón, se encuentra con un discurso ragguetonero del Jota Boy Color. Loco chiflado, no sabe lo que dice.
¡Estos intelectuales quieren arruinar el país! Pero no lo conseguirán porque nosotros, la burda plebe, tenemos a Mediaset, a Prisa y a Berlusconi de nuestro lado. Porque ellos sí saben lo que queremos. Cualquiera en su sano juicio prefiere los modelitos de la Milá al traje sobrio de un presentador de noticias. Cualquiera en sus cabales prefiere una pelea de gallinero antes que un debate político.
¿A quién le importa lo que pase en el Parlamento cuando lo imprescindible en nuestras vidas es saber si Rubén vuelve con Chari? ¿A quién le interesa cualquier dictadorucho coreano cuando tenemos a Yago, nuestro déspota nacional? ¿Quién quiere saber de muertos cuando podemos ver a Laura y Marcelo a punto de crear vida? Y no es que no queramos saber nada del resto del mundo. Por supuesto nos interesan las demás culturas. Para eso tenemos un indio. Un indio al que hemos visto progresar en su integración social, un indio que ya sabe insultar en español. ¿A caso no es esto interés por la actualidad?
Ahora bien, amigos intelectuales, si queréis que nos interese la política internacional, cread un reallity con Chávez, Obama, Mohamed VI, Zapatero, Rajoy y demás personajes de farándula. Haced que la médium del Jordi González hable con Arafat, Husein u otros personajes descatalogados. Entonces sí, amigos míos, cuando Chávez haga edredoning en directo con la reina Sofía, nos interesará la percepción de los venezolanos. Cuando Bush y Bin Laden se alíen para nominar, querremos saber que opinan los musulmanes al respecto. Cuando Zapatero y Rajoy se abracen borrachos bailando pachanga, saldremos a votar y uniremos las dos Españas. Para entonces, todos veremos GH+ y nos interesaremos cada día por el estado del mundo, con una condición, eso sí, que no nos arrebatéis la pandereta.