sábado, 15 de enero de 2011

De CNN+ a GH24


Voy a dedicar estas líneas a un amigo descontento porque han cambiado la CNN+ por Gran Hermano 24 horas. Si sí, está indignado porque ahora, en vez de ver a Iñaki Gabilondo se encuentra con Mercedes Milá, porque en vez de ver una entrevista al juez Garzón,  se encuentra con un discurso ragguetonero del Jota Boy Color. Loco chiflado, no sabe lo que dice. 

¡Estos intelectuales quieren arruinar el país! Pero no lo conseguirán porque nosotros, la burda plebe, tenemos a Mediaset, a Prisa y a Berlusconi de nuestro lado. Porque ellos sí saben lo que queremos. Cualquiera en su sano juicio prefiere los modelitos de la Milá al traje sobrio de un presentador de noticias. Cualquiera en sus cabales prefiere una pelea de gallinero antes que un debate político.

¿A quién le importa lo que pase en el Parlamento cuando lo imprescindible en nuestras vidas es saber si Rubén vuelve con Chari? ¿A quién le interesa cualquier dictadorucho coreano cuando tenemos a Yago, nuestro déspota nacional? ¿Quién quiere saber de muertos cuando podemos ver a Laura y Marcelo a punto de crear vida? Y no es que no queramos saber nada del resto del mundo. Por supuesto nos interesan las demás culturas. Para eso tenemos un indio. Un indio al que hemos visto progresar en su integración social, un indio que ya sabe insultar en español. ¿A caso no es esto interés por la actualidad? 

Ahora bien, amigos intelectuales, si queréis que nos interese la política internacional, cread un reallity con Chávez, Obama, Mohamed VI, Zapatero, Rajoy y demás personajes de farándula.  Haced que la médium del Jordi González hable con Arafat, Husein u otros personajes descatalogados. Entonces sí, amigos míos, cuando Chávez haga edredoning en directo con la reina Sofía, nos interesará la percepción de los venezolanos. Cuando Bush y Bin Laden se alíen para nominar, querremos saber que opinan los musulmanes al respecto. Cuando Zapatero y Rajoy se abracen borrachos bailando pachanga, saldremos a votar y uniremos las dos Españas. Para entonces, todos veremos GH+ y nos interesaremos cada día por el estado del mundo, con una condición, eso sí, que no nos arrebatéis la pandereta.

lunes, 10 de enero de 2011

El parque de atracciones

La vida a los 25 es una montaña rusa. Es una subida lenta y emocionante a lo más alto. Subes pensando  que caer  va a ser igual o más divertido, que siempre después de la caída vas a volver a subir, y que el conjunto de subidas y bajadas va a ser siempre apasionante. Cuando tenías 20 así te lo parecía. Ahora, con 25, subes vigilando tus bolsillos, analizando las medidas de seguridad, el ruido del mecanismo de la atracción, calculando la distancia al suelo en caso de fallo del sistema. Y la montaña rusa te despide a sus loopings, ahora para abajo, ahora de costado, ahora del revés. Y sientes miedo. Miedo de perder la cartera, de marearte, de caerte. Cuando vuelves a poner los pies en el suelo estas confundido, no sabes si querrías volver a subir, no sabes hacia que atracción dirigirte ahora. Pruebas otras tantas, la montaña rusa de agua, la lanzadera, los coches de choque, el pasaje del terror. En todas tienes la misma sensación. 

Después de un largo día de tensión, de pequeñas euforias y grandes temores,  allí las vislumbras, al fondo del parque, rodeadas de almendros en flor, de niños felices y padres sonrientes, mecidas por la leve brisa otoñal: allí están las sillitas voladoras. Sólo quieres sentarte, despegar los pies levemente del suelo  y que su inercia te balancee mientras te acaricia el aire fresco de su movimiento. Ojos cerrados,  brazos extendidos,  piernas relajadas, sonrisa plácida y serena.  Que no se paren nunca, piensas, y que la vida sea esto, mecerse felizmente en un circulito de bienestar.